"Este boceto, escrito para engañar los ratos de soledad durante una de las múltiples prisiones preventivas que he sufrido, al aproximarse el mes seductor del ánimo y de las cosas, quedó más tarde olvidado entre el montón de papeles, fruto de las horas perdidas.
Traído conmigo, no sé cómo, en América, los compañeros filodramáticos de Paterson, lo sacaron de su encierro y al delito de ser autor quisieron que añadiera el de actor. Desde entonces, de Boston a Barre, de Barre a Chicago, y así continuando hasta San Francisco de California y viceversa por los Estados Unidos del Sud -como si simbolizara mi peregrinación de propaganda por América del Norte- los compañeros de las diversas localidades quisieron ver en escena al extranjero misterioso que viaja siempre caminando hacia la parte donde el sol se levanta.
La simpática acogida que acompañó a este trabajo en todas estas improvisadas representaciones y especialmente la calurosa que se le hizo en New York, cuando lo representó Jacobo Paolini, no bastan, ciertamente, a justificarlo a mis ojos como síntesis de la gigantesca Idea que lo inspiró.
No obstante, por poquísimo que valga, actualmente me es querido. Querido de recuerdos y amistades, contra los cuales nada podrá la violencia del tiempo y de los imprevistos sucesos. Y hoy que se me pide para publicarlo, quiero dedicarlo a vosotros que conmigo os complacisteis en representarlo durante este mi viaje norteamericano de 1895-96; a vosotros todos, que con fraternal amor, entrevisteis, a través de la pobre forma que lo viste, el alma y la esencia de mi pequeño drama.
Y si al leerlo impreso revivís las dulces y felices horas de aquellas inolvidables noches pasadas en vuestra compañía, y que a menudo acudirán a mi memoria, no creeré ya tiempo perdido el empleado en escribir este boceto de la Esperanza, allá lejos, en la triste Celular de Milán.
Siempre vuestro.
Pietro Gori.
Kansas City, Mo., marzo, 1896."
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