Nos hallamos en un punto de la historia en el cual la necesidad de una nueva visión política viene señalándose en forma evidente. En el industrializado Occidente encontramos una creciente disconformidad con las opiniones políticas tradicionales y una pérdida de fe hacia la democracia formal. Existe una pérdida drástica de confianza en los partidos políticos y un abstencionismo electoral a escala masiva. En el Este observamos un creciente movimiento disidente que desafía la ortodoxia marxista, a menudo de manera subterránea, a través de una disminucion del consenso y de la cooperación, otras veces, drasticamente, con periódicas revueltas. Y tanto en Occidente como en Oriente nos hallamos en numerosos paises y en variables grados, una oposición cultural que vagamente, aunque tal vez proféticamente, señala la necesidad de una nueva visión unificadora.
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