“No se conoce a Stirner. Los filósofos, que deberían conocerle, sienten pánico ante el irreverente que se levanta contra todos los dogmas divinos y humanos, y los libertarios, que no debían ignorarlo, sólo han leído extractos intencionalmente tergiversados de su portentosa obra o mal hilvanadas críticas de quienes no pudieron comprenderle. Hoy hace cien años que Stirner murió, y como el mundo de la hipocresía, y el de la barbarie, y el de la cobardía siguen siendo los mismos que cuan él escribió, sus pensamientos, de los que extrajeron grandes enseñanzas los grandes libertarios que le sucedieron, parecen, por lo frescos, claros y puros, como si acabaran de ser fundidos.”
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