La principal tesis que se maneja en este trabajo es el demostrar que la evolución y la revolución son dos conceptos totalmente relacionados, esto es, no contradictorios. Y a tal grado se genera esa relación que no son pocas las veces en que resulta sumamente complicado definir los límites de uno y de otro, la evolución devendría en revolución en el preciso momento en que diese ese brinco, ese salto que le colocase ante una nueva visión, una nueva situación. Y una vez agotado ese proceso, una vez que se hubiese normalizado, la revolución devendría de inmediato en evolución. Y así, ese movimiento continuo, eterno, se constituye en la vida misma. Bajo este prisma el anarquismo en cuanto concepto de vida, debe forzosamente adentrarse en el eterno proceso de evolución, revolución, evolución, sin olvidar, por supuesto, los procesos involutivos que Reclus denomina evoluciones negativas y que representan un retroceso, esto es, lo que en política se denominaría la contrarrevolución.
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